Dramaturgia del concepto Vs dramaturgia del proceso

Pasan rápidos los días de ensayo con Iván y Evgueni de dialogue Dance y ya nos encaminamos en la recta final, a menos de una semana del estreno «no oficial» de la pieza (el oficial tendrá lugar en Diciembre en Moscú.

Estos días, y debido a la manera elegida para trabajar, recordaba un viejo conflicto que solía tener conmigo mismo cuando a la hora de comenzar un proceso de creación no tenía del todo claro cuál era el tema de la pieza, aunque hubiera otros elementos que sí que estuvieran definidos. De la misma manera que aquí se hacía muy raro por no decir completamente improductivo llegar con un espectáculo en la cabeza sin conocernos personalmente, sin haber trabajado nunca juntos a veces las particularidades de un proyecto te llevan a comenzar los ensayos sin saber qué es aquello de lo que hablas.

Recuerdo que en el pasado esto me parecía algo deshonesto, porque se supone que hacemos danza o teatro porque tenemos muchas cosas importantes que decir, pero tenemos que tener un discurso claro, firme y potente previo a la decisión de querer contarlo en escena.

Para ser sincero, esto hace ya mucho tiempo que dejó de importarme. Después , con los años tuve el placer de realizar el taller de dramaturgia de Guy Cools en La Caldera, Barcelona. Me hizo mucha gracia además de disfrutar de la pacificación que produce escuchar una argumentación documentada de algo que tu intuición ya te ha confirmado como justo el oírle su clasificación de las nuevas dramaturgias entre dramaturgia conceptual y dramaturgia procesal (traducido literalmente del inglés: quizás sea más correcto traducirlas como dramaturgia del concepto y dramaturgia del proceso.

Efectivamente, la dramaturgia del concepto que alcanza su propia entidad con el teatro de Bertold Bretch y a la que casi todo el teatro contemporáneo se adscribe parte de un tema previo a la redacción del texto y/o proceso de ensayos y establece unas estrategias de desarrollo para hacerlo llegar. En el caso de Bretch el distanciamiento, y después tantos ejemplos casi como creadores de renombre. Es la dramaturgia que tradicionalmente asociamos a la contemporaneidad.

Sin embargo, señalaba Guy Cools un tipo diferente de dramaturgia que surge años después , finales de los setenta y durante los ochenta, que es tan legítima y valida como la conceptual: la dramaturgia del proceso (de creación). Es un tipo de dramaturgia que aparece vinculada a la danza contemporánea y el teatro físico, no sólo porque  sus orígenes esté en la colaboración que coreógrafos de renombre comienzan a establecer con dramaturgos teatrales ( Pina Baush con Raimund Hoghe, Anne Teresa De Keersmaeker con Marianne Van Kerchoven, William Forthsyde con Heidi Gilpin, y con ellos Lloyd Newson, Alain Platel, etc). También se debe a la mayor flexibilidad del lenguaje coreográfico a la hora de maridar con otros lenguajes, no sólo el teatro, sino las artes plásticas, el vídeo, la instalación escénica o la performance… y con la danza como base se han conseguido crear nuevas dramaturgias corporales con las que se han elaborado nuevos formatos de espectáculos que han dinamitado la barrera de lo que tradicionalmente se conocía como danza y teatro.

Es cierto que ya Diaguilev ejerció de dramaturgo para los Ballets Rusos o John Cage para Merce Cunningham, pero aunque les reconozcamos su mérito pionero no dejaba de ser dramaturgia para danza. La característica de la dramaturgia del proceso es que el verdadero «tema» del espectáculo es en sí mismo el proceso, los intérpretes, sus cuerpos. Y sólo en la labor de desentrañamiento del proceso de la creación surge «el texto de la pieza», se desvela a la vez que se construye el » de qué» se habla.

«A este respecto Marianne Van Kerchoven, dramaturga del Kaai Theatre de Bruselas insinúa la aparición de «una dramaturgia que fija  ,más bien, las estructuras parciales que las estructuras globales de una obra. Como si se quisiera aproximar cada vez más a esta pequeña entidad del `instante pleno´. El `gran edificio´, la estructura en su totalidad queda desconocido durante mucho tiempo, abierto, sin acabar, disponible para los cambios. Ensamblando mini-entidades, es decir los materiales de base más o menos estables, se experimenta, se contonea dulcemente la gran estructura. El momento de la improvisación se sitúa sobre todo en los numerosos ensayos de combinaciones cada vez diferentes, en la reorganización siempre cambiante de las primeras piedras, hasta que la forma alcanza su pureza y se estabiliza más o menos en una reorganización que es la estructura global de la obra».

«Dramaturgias de la Imagen»

Jose A. Sánchez

Legitimada ya la manera de crear y construir espectáculos con este tipo de dramaturgia, no deja de ser cierto que aún las administraciones, los políticos y muchos de los interlocutores con los que nos encontramos los creadores están aún a años luz de entender esta realidad en los procesos. Ellos siguen necesitando el título y la sinopsis incluso antes de que tú hayas escogido a tu equipo. A este respecto mejor seguir el consejo de Jonathan Burrows en su magnífico e imprescindible manual «A Choreographer´s Handbook«. Esta guía para coreógrafos es una joya y una delicia y aunque mucha de la información que recoge no deja de ser de pura lógica , como en el caso de la teoría de Guy Cools es necesario redactarla de forma transparente y documentada para poder entenderla, sistematizarla y no sólo apropiársela sino ser capaz de transmitirla. Y además la manera en la que está redactado y el sentido del humor constante convierten este libro en una verdadera joya. Y en él Burrow recomienda nunca tratar de aleccionar a la administración o al político o gestor de turno: muy al contrario, hay que aprender lo más rápida y eficazmente posible a hablar su idioma. Así que en forma de ejercicio te invita a que escojar el título y relates la sinopsis de un espectáculo del que no tienes ni la más remota idea de qué va a tratar (si ese es el caso).  En cualquier caso sólo una anécdota al lado del listado de razones por las que pienso que este libro merece la pena.

Y así, a una semana de nuestro estreno, no deja de ser sorprendente e ilusionante ver cómo el propio proceso, las improvisaciones y los ensayos , arropados por un buen equipo, comienza a generar el espacio escénico, el vestuario, a elegir la música casi por telepatía…. Aspectos que se hablaron al comienzo, declaraciones de intenciones que se hicieron, materiales sutiles, vuelven a aparecer encontrando casi ellos solos su espacio dentro de la estructura. Un ejercicio de libertad y de valentía, especialmente dado el escaso tiempo que teníamos de creación. Y aún así nos hemos propuesto no cerrar nada hasta el último día, no tensar los músculos y seguir respirando, trabajando y alertas por si nuevas pistas y hallazgos aparecen. Estaremos trabajando, estaremos en proceso, hasta el último minuto de la noche del estreno.

Ritmo y movimiento

Interesantísimas me parecieron ayer las aportaciones a la entrada propuesta de Nerea Aguilar y Daniel Rosado, apuntando aspectos suplementarios a los comentados y que podrían influir en la capacidad de transmisión del intérprete:

– El disfrute.
– La madurez

– Conciencia corporal
– Intención del gesto
– Capacidad de llegar a los límites corporales
– Presencia
– Personalidad
– Experiencia
– Aptitudes físicas
– El Imaginario
– Conexión con el compañero

Entre otros. De todos modos recomiendo encarecidamente leer sus comentarios completos al final de la entrada de ayer para no simplificar y reducir sus intervenciones que son mucho más complejas y sutiles que el simple enunciado de conceptos.

También vía twitter recibí una respuesta que me dió que pensar en algo que quizás ninguno habíamos abordado aún aunque estuviera latente en nuestras reflexiones. El coreógrafo y bailarín malagueño y asentado en Sevilla Manuel Cañadas añadía:

@weickertcia FE,despreocupación del compás inherente.importancia del presente,el ahora,ellos ejem tu anterior entrada personaje?Playmax.olé

¡Efectivamente! ¡El ritmo!¡El compás! Y de que manera más preciosa y sugerente expresado: «despreocupación del compás inherente»… Manuel Cañadas, más allá de su formación clásica se mueve con comodidad tanto en el terreno flamenco como en el contemporáneo, habiendo producido e interpretado tanto los dos géneros por separados como todo tipo de proyectos fronterizos entre ambos.

Y sí, me pareció que me estaba dejando de lado un aspecto importante en ese poder que ejerce el intérprete a la hora de captar la energía de una audiencia y arrebatarla que está en extrecha conexión con el ritmo….

Guy Cools en su seminario sobre dramaturgia para danza contemporánea citaba una obra de referencia : «Myth and Body», de Joseph Campbell. En ella, se habla de que el teatro crea una conexión entre la mirada y el gesto (lleva la atención a la acción) y la danza (coreografía) crea esa conexión entre oído y pie (es decir que su labor es crear un patrón físico para el ritmo).

También comentábamos como en todas las danzas rituales y de trance colectivo, la «orquesta» o el grupo creaba durante un largo tiempo un ritmo base al que los ritmos vitales de los asistentes se acoplaban de forma orgánica y natural, y esa base era condición indispensable y colchón necesario para que después un solista pudiera separarse del grupo y sobre él «escribir» su danza, crear su juego de contraritmos y pausas, redobles jugar a acelerar y detener el tiempo de forma que el éxtasis se produce como doble consecuencia del acto común y la intervención del bailarín a modo de «mediador» , casi «sacerdote» de ese acto…

Pues creo que en realidad hay algo de eso que no nos podemos dejar como factor determinante en el fenómeno que comentábamos ayer. Y que ( a mi entender) es lo que también describe Manuel Cañadas en su post: ese acoplar los ritmos, la respiración y el latir de toda la audiencia mediante el movimiento y la danza con el del bailarín, depositarnos en sus manos para que a continuación este nos haga viajar con él, nos altere las constantes vitales y nos acelere o paralice el corazón de forma que la emoción es una consecuencia inevitable y maravillosa y el hecho de ser colectiva multiplique su poder identificador y extasiador….Una vivencia intensa y única del aquí y el ahora , como dice Cañadas, que es tan difícil de describir con palabras y que se vuelve tan adictiva.

Algo que efectivamente despierta toda mi admiración ya que personalmente siempre he tenido mis dificultades y bloqueos con el ritmo, no tanto a la hora de ponerlos en práctica pero sí a la de entenderlos racionalmente y entenderlos. Razón por la cual quizás me fascina poder experimentarlos tanto en primera persona cuando bailo como en mi papel de espectador cuando otros me hacen sentir que con su arte puedo vencer mis limitaciones y ser parte de ellos.

Días atrás , gracias a Antón Alvar (colaborador entre otras cosas de Danza Contemporánea y al que también tengo el gusto de sacar hoy del anonimato de los lectores de este blog) tuve el gusto de conocer (o más bien reencontrar) a Michael Moschen. Éste verdadero genio (creo que decir de él que es malabarista sería reducir mucho su trabajo) fue, según me comentaba Antón un verdadero revolucionador del lenguaje y el uso del cuerpo en el trabajo de malabares. De hecho decía que de alguna manera era un reencuentro porque de él fueron las manos con las que David Bowie hacía esos malabares alucinantes con bolas de cristal en la película «Laberinto» de Jim Hemson.

A continuación os dejo una charla demostración con él en la que trata el tema del ritmo y el espacio a partir de su trabajo. Prometo no ponerme demasiado pesado con las dichosas Ted Talks, pero reconocedme que en ocasiones son una fuente estupenda de conocimiento e inspiración de una forma muy amena. Además en mi experiencia resulta a menudo mucho más fácil reflexionar y descubrir cosas, dejarse sorprender por nuevas ideas cuando la aproximación al tema no está contextualizada en el campo que habitualmente trabajas. Es decir , que si algún bailarín o coreógrafo me dijera las mismas cosas que dice y enseña en esta conferencia Moschen quizás no estaría tan receptivo a ellas simplemente porque al tratarse de algo que conozco menos me coloco en un plano de inocencia y limpieza mucho mayor que al que acostumbro.

Me conecta con él además de lo sugerente de su trabajo la fascinación por el gesto y la precisión del gesto (como Daniel comentaba en su post) y de hecho las manos y la gestualidad son un punto inicial recurrente en mi trabajo a la hora de buscar movimiento y vocabulario. Y Moschen las maneja de forma alucinante…

Espero que la disfrutéis:

Michael Moschen hace malabares con ritmo y movimiento

Creo que resulta emocionante las posibles conexiones con el tema de el intérprete y éste del ritmo, además de verlo y entender cómo su trabajo a permitido la evolución de todo un lenguaje cuyas influencias están a la vista en trabajos como éste:

o el de ésta espectáculo que a través de los malabares rinde un particular y maravilloso homenaje al trabajo de Pina Baush:

Muchas gracias Manuel, Daniel, Nerea y Antón por hacer posible estra entrada.